Pues sí, así es la vida. Es triste tener que morir para convertirte en manjar de los mortales. Este es siempre el inexorable final del Sr. Don Pepe Pig. Ahora bien, si os soy sincero, yo en su lugar, como ejemplar masculino de su especie preferiría morir en manos de un hábil carnicero a ser descuartizado por la pluma estilográfica del guionist@ de Peppapig.
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