La Grapadora - sobre los premios y concursos

Aquí tenéis “La grapadora”, un dibujo que hice con lápiz de grafito sobre papel, creo recordar, en el año 1993, con el que obtuve el segundo premio en la modalidad de dibujo de la “9ª muestra cultural del mundo laboral (edición 1995)”, organizada por UGT y patrocinada por la Comunidad de Madrid. Este premio me reportó unos ingresos de 75.000 pesetas que, dicho sea de paso, no me vinieron nada mal. En cuanto a la foto, desgraciadamente, no es muy buena. Está escaneada del catálogo de obras del concurso; y, como siempre en estos casos, lo he hecho a baja resolución para evitar que sólo se vea la trama de impresión.
La Grapadora

Sobre los premios y concursos he oído muchas opiniones. Una de las más célebres, sin duda, fue la que emitió Camilo José Cela, quien, refiriéndose a un famoso premio literario, dijo estar “lleno de mierda”; y no cesó de airear este comentario hasta que se lo concedieron a él. En lo referente a premios de pintura, compañeros míos de la Facultad de Bellas Artes ligados a este mundillo, ya me hablaban allá por finales de los años 80 de situaciones un tanto extrañas. Por ejemplo, el envío de un emisario del jurado a casa de un reconocido artista, para solicitarle una obra que le iban a premiar; y todo ello, por no declarar desierto el concurso y, mucho menos, conceder el premio a una obra de baja calidad que podía desprestigiar el propio concurso.

En mi caso particular, únicamente me he presentado a dos. En el primero no llegué siquiera a ser seleccionado. La sensación que tuve fue la misma que cuando suspendes un examen que preparaste a fondo. Además, cuando uno se presenta, es porque tiene la idea o intuición de que puede hacer algo. Desde la perspectiva del tiempo, y al margen de posibles amaños que no creo que los hubiera (nunca he tenido el carné de UGT), trato de analizar dónde pudo estar el error, y cada vez lo tengo más claro. En mi primera presentación pensé únicamente en el concurso. Sin embargo, en la grapadora sólo pensé en la obra.

Ahora, en algún lugar, colgada en alguna pared de algún despacho, a saber en qué edificio de qué ciudad, estará la grapadora, cumpliendo, al menos, alguna función, si es que el arte tiene alguna función que cumplir.

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