El Impresionismo, relato de un instante

Para ilustrar esta entrada, os muestro este cuadro que pinté en junio de 2006 titulado “Gran nevada sobre el Paris de Caillebotte”. Se trata de una interpretación del cuadro del pintor francés Gustave Caillebotte que lleva por titulo “Tejados bajo la nieve”, cuya imagen del original también podéis ver en esta publicación. Pertenece a los fondos del Musée d’Orsay de Paris (el mío no, el de Caillebotte), que tuve la oportunidad de visitar en marzo del año 1987; apenas tres meses después de haber sido inaugurado, el 9 de diciembre de 1986. De aquello casi ni me acuerdo.

Gran nevada sobre el Paris de Caillebotte

Quien haya sentido alguna vez interés por la pintura sabrá que el Impresionismo, técnicamente hablando, no es más que una serie de manchas de pintura (pinceladas, empastes, etc.) dispuestas de tal forma sobre el soporte pictórico que, si lo observas de cerca, ves algo parecido a una abstracción, y sin embargo, conforme te vas alejando, se convierte en algo totalmente reconocible; todo ello, gracias al trabajo realizado por nuestro cerebro, que es capaz de organizar ese caos a través de nuestra retina. El resultado es, como su propio nombre indica, una impresión; y yo diría, una impresión en el ánimo.

En mi opinión, este movimiento pictórico surge como resultado de una urgencia: la necesidad de captar, in situ, una situación cambiante, principalmente en lo que a la luz se refiere. Esta necesidad es comparable a la del fotógrafo que no desea perder detalle de un determinado evento. Quizá tenga algo que ver la incipiente fotografía con esa forma “aparentemente descuidada” de pintar. Si nos remitimos a la historia, vemos que, aunque los primeros ensayos con cámara oscura datan del siglo XVI, no es hasta principios del XIX cuando se consigue fijar la imagen a un soporte. Por tanto, pudiéramos estar hablando de una competencia entre los dos medios, la pintura y la fotografía. Esta situación, por ejemplo, hizo que el caballete de campaña adquiriera el protagonismo que nunca tuvo; lógico, si pensamos que se pasa de la pintura de estudio a la pintura “à plein air” . Otra consecuencia fue que se redujo el tamaño del soporte pictórico y, en la mayoría de los casos, el boceto y la pintura definitiva se convirtieron en un único elemento.


La idea del instante me llevó a realizar esta interpretación de “Tejados bajo la nieve”. Como la vida misma, que es una sucesión de momentos, una gran nevada sobre Paris me estaba sugiriendo que minutos antes tuvo que haber nevado copiosamente.

Un precedente en la Pintura Clásica



Este cuadro del pintor renacentista italiano Giorgione titulado “La tempestad” pudiera constituir un precedente del Impresionismo en la Pintura Clásica. Por un lado, la escena representa justo el momento en que un relámpago anuncia la llegada de la tormenta. Esto demuestra la misma inquietud por captar el instante que tuvieron los impresionistas tres siglos después, aunque sospecho que Giorgione debió pintarlo de memoria en su estudio y no in situ. Y por otro lado, Giorgione se deja prender del encanto de los poetas griegos y romanos (Teócrito, Virgilio...) representando una escena pastoral totalmente envuelta en un ambiente bucólico, como hicieran después los llamados padres del Impresionismo Corot, Courbet y Constable, y más tarde, alguno de sus discípulos, como Pissarro o Gauguin.

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